Prat FP | Cicles Formatius a Barcelona

Hay una energía especial cuando un grupo de estudiantes se reúne durante horas para crear, pensar, resolver y construir algo desde cero. Eso es un Hackathon: una experiencia intensa, divertida y a la vez muy retadora donde todo puede pasar.

Aunque el nombre suene a algo complicado o demasiado técnico, no hay que ser un genio de la informática para participar. Un Hackathon no es solo para programadores. Es un evento donde se mezclan muchas habilidades: diseño, lógica, comunicación, creatividad y, sobre todo, trabajo en equipo. Lo importante no es quién sabe más, sino cómo se colabora para resolver un reto en muy poco tiempo. En espacios como los que organiza Prat FP, este tipo de experiencias ya son parte de la formación de los ciclos de grado superior como DAM, y eso hace que estudiar en Prat FP sea algo completamente distinto.

Durante uno o dos días, los estudiantes se agrupan en equipos y reciben un desafío. El tema puede ser muy diverso: sostenibilidad, salud mental, accesibilidad digital, inteligencia artificial, redes sociales, aprendizaje… No hay una única manera de resolverlo. Cada grupo piensa, investiga, propone, diseña y desarrolla su propia solución. A veces crean aplicaciones, otras veces plataformas web o sistemas interactivos. Lo que tienen en común es que todo se hace contrarreloj. Y esa presión, lejos de ser un obstáculo, se convierte en motor. Porque cuando el tiempo corre, hay que tomar decisiones, probar ideas, fallar rápido y volver a intentarlo.

Una de las cosas más bonitas de estas jornadas es que nadie se queda solo. Durante el Hackathon, Prat FP se encarga de que haya mentores que acompañen a los equipos, resuelven dudas, hacen preguntas que invitan a pensar y dan ánimos cuando parece que nada sale. Al final del evento, cada grupo presenta su propuesta. Algunos lo hacen con una demo, otros con una presentación sencilla. Lo importante es compartir lo que se ha logrado y escuchar las ideas de los demás. Se aprende mucho simplemente viendo cómo otros han abordado el mismo reto de formas completamente diferentes.

En Prat FP se han vivido varias ediciones del Brain Hackathon. Son jornadas en las que los estudiantes se implican a fondo, descubren todo lo que son capaces de hacer y, sobre todo, disfrutan aprendiendo. En una edición, por ejemplo, se trabajó sobre cómo mejorar la salud emocional de los jóvenes usando herramientas digitales. En otra, los retos giraron en torno a la accesibilidad y la inteligencia artificial. Cada año los temas cambian, pero la energía y el compromiso de los participantes siempre es la misma. Muchos de los proyectos que nacen en el Hackathon no se quedan en una idea puntual. Algunos se siguen desarrollando después, se presentan en otras iniciativas o sirven como punto de partida para trabajos más amplios.

Participar en un Hackathon aporta muchísimo a quienes estudian un ciclo como DAM. No se trata solo de practicar programación o diseño. Se vive una experiencia real de desarrollo, donde se pone en juego todo lo aprendido en clase, pero también muchas habilidades que no siempre aparecen en los apuntes. Se aprende a organizarse en equipo, a negociar, a defender ideas, a escuchar otras propuestas, a adaptarse. Todo eso es lo que después se necesita en cualquier trabajo.

Además, salir del formato habitual de clases y exámenes, y entrar en una dinámica más libre y creativa, cambia totalmente la forma de aprender. Los Hackathons demuestran que se puede disfrutar mientras se aprende, que resolver problemas puede ser emocionante y que el conocimiento se vuelve más fuerte cuando se comparte. Hay estudiantes que en estas jornadas descubren talentos que no sabían que tenían. Otros se animan a explorar nuevas áreas. Y todos, sin excepción, se llevan algo valioso: confianza.

Lo mejor es que, aunque a veces hay premios o reconocimientos, la verdadera recompensa no es ganar. Es el proceso. Todo lo que se aprende en esos días, las conexiones que se hacen, las ideas que surgen y el orgullo de haber creado algo en tan poco tiempo. En Prat FP eso se entiende bien. Por eso se apuesta por este tipo de experiencias dentro del recorrido formativo. Porque más allá de los contenidos técnicos, lo que se busca es que cada estudiante se prepare para trabajar, crear, colaborar y adaptarse a lo que venga.

Estudiar en un ciclo de formación profesional como DAM ya no es solo sentarse frente al ordenador y seguir ejercicios. También es lanzarse a retos como los de un Hackathon, donde el aula se transforma en un laboratorio de ideas y el aprendizaje se vuelve vivo. En esas horas intensas, se mezclan conocimientos, esfuerzo, entusiasmo y muchas ganas de superarse.


Participar en un Hackathon no requiere ser un experto, solo hace falta tener ganas. Da igual si es la primera vez o si no te sientes del todo preparado. Lo importante es intentarlo, sumarse, aportar lo que uno sabe y dejarse sorprender por lo que pueden hacer los demás. Porque al final, en este tipo de experiencias, todos ganan algo. Aprender así sí que vale la pena.

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